Desde pequeño he tenido el sabor cumanés en mi memoria gustativa y es que mi papá era de esa hermosa ciudad del oriente venezolano, en ocasiones íbamos de paseo para reencontrarnos con nuestros orígenes. Recuerdo cosas muy graciosas como el hecho de ir a los mercados y que mi papá se pusiera a hablar rapidito y con la letra r atravesada en todas las palabras, es decir se ponía a hablar orientarrr, era demasiado cómico ver a mi papá en eso. El nos decía que era para que no le cobraran de más creyendo que era turista.

Tengo en mi memoria gustativa ese sabor particular de la comida cumanesa, recuerdo en alguno de esos viajes, un desayuno en una taguarita llamada “La Negra”, desayuno que para que tengan una idea de lo opíparo y sabroso comenzaba con sancocho de pescado, al cual mi papá le agregaba unos platanitos fritos adentro, que le daban un toque dulzón, que a mi me encantaba, adentro de dicho sancocho iban a parar también cuadritos de aguacate y arepa troceada, ante ese majestuoso sancocho los demás condumios eran misceláneas, aquel desayuno fue tan suculento que que aún hoy se me hace agua la boca.

No fue si no hasta hace un par de semanas que descubrí cual es la razón del sabor cumanés grabado en mi, con ocasión de esta iniciativa de hacer “Panes con nombre y apellido” llamé a mi pana Pedro Castillo, a ver como hacíamos para tener algunos de esos productos que se consiguen en aquellos lares, para suerte mía y de ustedes Pedro tenía programado un viaje a Caracas. Unos días después se apareció en la escuela con varios kilos del famoso ají dulce y algunos chorizos cumaneses, al probar el ají de inmediato vino a mi memoria el glorioso desayuno en la taguara de “La Negra”.

El ají dulce jobíto es un identificador gustativo de la cocina cumanesa, se usa en todas las preparaciones, se consigue en todos los mercados, le gente se identifica con su sabor y perfume, según me comentaba Pedro los primeros registros geográficos de este ají de aspecto rechoncho apuntan a que se comenzó a producir en Marigüitar, aunque hoy en día es Cumanacoa quien ha tomado la batuta en la producción de este ají tan particular.

Además de usar el famoso ají dulce Jobito, que le debe su nombre al parecido con la fruta amarillita, usamos los chorizos cumaneses, pero no cualquier chorizo, si no los de la familia Salcedo, cuyo patriarca Andrés tiene al menos cincuenta años haciéndolos en la misma casa de la avenida Cancamure, hoy en día Cesar y Carlos, hijos del señor Andrés, han tomado la batuta de la tradición en sus manos y son los encargados de la fabricación de estos sabrosos chorizos con los cuales hicimos unos chicharroncitos para hacerle los honores a éstos panes de perro caliente.

Así que hoy y solo hoy, ya que tenemos muy poquito chorizo, en IEPAN tendremos unos “Panes con nombre y apellido” más que especiales, son panes de perro caliente de ají dulce Jobito con chicharroncitos de chorizo cumanés, de la familia Salcedo”.

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