En IEPAN, tendremos disponible por unos días una rica trenza brioche con perfume de naranja rellena de jalea de mango de la señora Mary Carmen, de Maturín, y queso llanero de la finca El Roble, en Apure.
El fin de semana pasado, estuve en Maturín dictando unos cursos de panadería en la escuela de cocina IPG, de la chef Yelitza Acosta, y como estoy tras la búsqueda de productos especiales para elaborar los “Panes con nombre y apellido”, le comenté a Yelitza para ver si había posibilidad de acercarnos hasta El Corozo, un pueblo en las afueras de la ciudad que se distingue por la elaboración y venta de dulcería tradicional, específicamente, del famoso dulce piñonate, con el que tenía en mente hacer unas tunjitas.
Yelitza me comentó que no tendríamos tiempo, debido a la agenda apretada de cursos, y al conversar sobre productos que podía traerme de esa hermosa ciudad oriental, surgieron los nombres del merey, del fruto del moriche, del piñonate del pueblo de El Corozo, de la sarrapia y, de pronto, saltó el tema de la jalea de mango, que se me quedó grabado.
Al llegar al aeropuerto, decidí dar una vuelta por el aeropuerto. Allí encontré una tiendita con productos gastronómicos tradicionales de la región, llamada “La Terecaya Voladora”, que es atendida por una estupenda señora que se llama María Rosa, quien la heredó hace 14 años de su madre.
Apenas vi en la vitrina el piñonate me dio una emoción muy grande. También había jalea de mango, entre otros dulces tradicionales. Me comentó María Rosa que esa jalea y el piñonate, así como otros dulces, los elabora la señora Mary Carmen, de poco más de setenta años de edad, de los cuales tiene 40 dedicados a endulzar las tardes de Maturín. Ella, consciente de la importancia de la trasmisión de las tradiciones, está enseñando a su nieta a hacerlos para transmitirle la tradición y sus recetas.
En este viaje, también conocí a Zuleyma Padrino, una mujer de esas que son echadas pa´lante, quien estudia cocina en la escuela y estaba inscrita en los cursos de panadería que iba a dictar. Ella me llevó cuatro kilos de un sabroso queso apureño, que hacen en “El Roble”, la finca de su familia en Apure. Le dije que me echara el cuento de la finca y de este queso llanero, que tiene un sabor de mucho carácter. Ella prefirió escribirme un correo y me mandó esto tan bonito:
“Este queso blanco duro es elaborado desde hace más de 30 años en la Finca El Roble, en el estado Apure, Municipio Pedro Camejo.
Se hace de forma artesanal por la Familia Padrino. Su elaboración la comenzó mi padre, el Patriarca Óscar Padrino, ya fallecido, y continúa hoy día el legado por sus hijos: Óscar y Carlos Eduardo Padrino.
Lo que observo cuando voy a la finca es que el ordeño es manual y hace con algo muy particular: el canto de tonadas. Quizás de allí venga ese sabor tan característico del queso: el entusiasmo al ordeñar de forma manual, las manos en contacto con la ubre de la vaca y el canto, que relaja al animal y al ordeñador. Tratamos de mantener intactas nuestras costumbres a través de nuestros hijos y nietos. Yo, que vivo en Maturín, voy cada 15 ó 20 días, en mi carrito pequeño, a buscar queso para vender. Y en vacaciones, es imperdible nuestra estadía en la finca”.
Espero que puedan disfrutar en IEPAN de este maravillosa trenza que hicimos con mucho cariño, elaborada por nosotros, pero con una historia qué contar: en este caso, la de tres mujeres venezolanas: María Rosa, Mary Carmen y Zuleyma, quienes trabajan duro y con mucha mística para hacer el país posible.