Esta caraqueña vive en Muscat, la capital de Omán, ha hecho ocho de los cursos online de nuestra escuela de panadería y desde allá nos explica cómo hace para sustituir los ingredientes de panes venezolanos que no consigue
El año 2021, nos dejó en IEPAN muchas cosas buenas y, entre ellas, una comunidad de panaderas y panaderos venezolanos en el mundo, cada vez más grande. En esa gran red que hemos ido construyendo, tenemos egresados en lugares lejanos de Venezuela, pero ninguna en un lugar tan peculiar como el Medio Oriente. Andrea Micelli es una caraqueña que vive en Omán y ya ha hecho ocho cursos online de nuestra escuela de panadería.
¿Cómo resuelve la falta de algunos ingredientes? ¿Cómo nos ubicó desde tan lejos? ¿Cómo ha sido su experiencia con los cursos de panadería online? Esas fueron algunas de las preguntas que nos llevaron a contactarla y que dieron pie a esta nota.
Andrea nació en Caracas, es de profesión geoquímica, se fue a Estados Unidos en el año 2007, a hacer un doctorado en Geología, y allí conoció a quien hoy es su esposo. Vivieron en Houston y a finales de 2019, su pareja fue expatriada a Muscat (la capital de Omán) para trabajar allí. Desde entonces, viven en ea ciudad.
“Omán queda en el lado este de la península arábica, y es un país bellísimo; la gente es muy amable, muy familiar. Hay muchas playas y montañas”, nos cuenta Andrea por Whatsapp.
Explica que siempre amó la panadería, que en el hogar de sus padres hubo canillas, desayunos con cachitos, dulcitos de la panadería y el típico pan de jamón en Navidad. “Todo lo que es la panadería venezolana me trae bellísimos recuerdos de mi infancia”, agrega.
Cuando tenía 13 años de edad, se mudaron a Chile y lo que más les pegó fue que la panadería no era ni remotamente parecida a la venezolana. En el año 2000, regresó a vivir a Caracas y recuerda que en la universidad siempre comía cachitos o un pastelito. “De hecho, mi desayuno favorito era un mini lunch o un cachito con un Rico Malt.
Incluso, cuando vivía en Oklahoma y cuando mi ahora esposo me estaba “echando los perros”, venía de Caracas con una cavita en la mano, en la que traía, de sorpresa, cachitos y ricomalt”.
En 2016, comenzó a hacer masas de pizza en casa y empezó a interesarse en hacer panes con masas madre y con prefermentos. “Para mí, eso es un laboratorio y siempre me ha gustado trabajar más en laboratorios que en una oficina. Me encantó aprender de las masas madre y cómo de ingredientes tan simples, puedes crear cosas tan maravillosas”, comenta.
Andrea cree que todo el mundo debería aprender a hacer, por lo menos, un pan. Dice que la panadería es sencilla, pero a la vez compleja, antigua, bonita. “Todos los países tienen una versión de su pan y empezaron con agua, harina y sal”, recuerda.
El reencuentro con la panadería
Siguió relatando que después siguió cuentas de Instagram y de Youtube, y empezó a hacer pan por su cuenta, en casa, y allí fue cuando descubrió IEPAN. Ya había hecho unos cursos de panadería en San Francisco, California; de panadería y pastelería en Houston. Pero la pandemia y otros asuntos personales, hicieron que parara su actividad en la panadería por dos años, “sin tocar una masa y sin hacer nada”.
“Me empecé a inspirar hace unos meses, cuando vi que IEPAN seguía ofreciendo los cursos online. Y quise aprovechar, porque, si bien, he aprendido en los cursos presenciales de panes que hice en Estados Unidos, no tenía la base de los panes venezolanos, que son los que me gustan. Había hecho cachitos y pan de jamón, siguiendo recetas online, y quería tener un aprendizaje más profesional. Porque a mí me gusta saber el porqué de los tiempos, las temperaturas, las levaduras. Porque eso me permite ajustar las recetas , dependiendo de donde esté. Y me di cuenta de que en IEPAN daban ese tipo de formación”.
Hasta ahora, Andrea ha hecho 8 cursos o talleres online con IEPAN. “Han sido fantásticos: el nivel de profesionalismo de los instructores, la paciencia, la camaradería, la confianza que te dan, la disposición.
«Además, me han dado muchos tips para trabajar en la zona en la que me encuentro, porque aquí hace mucho calor. Y no hay tanta variedad en los tipos de harina. Me han dado sugerencias para mejorar, y las recetas me han salido súper chevere. Tanto mi familia como yo, estamos fascinados comiendo todas esas cosas ricas que extrañamos de Venezuela”.
Dice que le encanta tener la oportunidad de acercarse a su país, Venezuela, y a las cosas que le gustan de su país. “La distancia no impide que uno siga llevando ese nombre de Venezuela a todas partes. Y así como estamos todos regados por todo el mundo, siempre nos une esa memoria, esa nostalgia por los sabores, por los olores y por las tradiciones con las que crecimos. Me encanta saber que la tecnología nos está permitiendo acercarnos aún más, pese a ser remoto. De verdad, me da muchísima satisfacción”, expresa.
De cómo sustituye ingredientes
¿Y cómo ha sido la experiencia del curso de panadería online, después de los otros cursos presenciales que hiciste?
“Al principio, yo decía, bueno, un curso online de panadería, no entiendo. Tienes que estar ahí, tocar la masa, ver las texturas, oler, debes tener al instructor allí, diciendo cómo formar el pan, pero, la verdad, es que estoy muy gratamente sorprendida de lo flexible y lo fácil que es llevar el curso online, lograr lo que se necesita hacer, que los instructores tienen la paciencia para dedicarnos tiempo a cada uno de nosotros, a responder nuestras preguntas, ver cómo lo estamos haciendo, a corregirnos, si es necesario. Ha sido maravilloso. De verdad, que estoy súper contenta y muy agradecida.
¿Qué es lo que más valoras?
“La paciencia y disposición de los instructores y todo el material que se han dedicado a construir para nosotros, que es muy valioso. Porque aunque el curso se acaba, siempre contamos con esos materiales, siempre referenciando.
Y estos cursos nos permiten acercarnos más a los venezolanos y nos dan la oportunidad de aprender y de llevar a nuestra familias esos sabores que tanto nos gustan”.
¿Y consigues los ingredientes para hacer los panes venezolanos?
“En Estados Unidos, no era difícil conseguir los ingredientes para hacer los panes venezolanos. Aqui en Omán, por ser un país musulmán, es muy dificil conseguir cochino, por ejemplo. Entonces, el pan de jamón lo hago de pavo, con tocineta de pavo, trato de ajustar un poco el sabor y queda muy rico.
Hay algunas especias que me han costado conseguir, pero las consigo. Aplico lo que aquí llaman la “ley del Medio Oriente”, que consiste en que cuando veas algo que estás buscando, compres todo el stock que hay, porque cuando vuelvas otro día, no lo vas a conseguir. Entonces, una trata de mantener la despensa abastecida de lo que regularmente usa.
La malta no se consigue. Pero en algunas recetas, se puede sustituir la malta por el agua, aunque afecte el sabor, pero ni modo. La mayoría de las harinas que venden aquí son para hacer flaprets (una galletas en forma de rosquillas). No son harinas con mucha fuerza como para hacer los panes italianos, de campo, pero en los cursos, el chef Juan Carlos Bruzual (@Pana_dero) me ha dado recomendaciones sobre las cantidades de agua y los tiempos de fermentación que debo aplicar y que han dado buenos resultados, hasta ahora.
Lo que tiene de bueno la panadería es que no es super estricta, como sí es el caso de la pastelería, que tienes que tener todo exacto. Aquí se puede jugar un poco con algunos elementos de los ingredientes para lograr el resultado deseado”.
De los ingredientes típicos de Venezuela, Andrea dice que solo consigue harina pan, aunque hay una comunidad importante de venezolanos en Omán. El papelón, por ejemplo, tan necesario para preparar golfeados, lo sustituye por un producto similar que se llama jaggery.
¿Qué le dirías a alguien que aún tiene dudas sobre los cursos online?
“Que no subestimen para nada el hecho de que va a ser una clase online. Si no estás en Venezuela, es una excelente opción. Es súper útil, los cursos de IEPAN son muy completos y detallados. Hasta ahora, todas las recetas que he probado son fantásticas. Aunque no tengas experiencia, se acerca muchísimo al pan que compras en la panadería que estaba debajo de tu edificio y los instructores te van a dar los tips para ir perfeccionando.
Si estás en Caracas, con más razón deberías ir a hacer un taller en persona, porque nada como estar allí, tocar la masa frente al chef, que te enseñe, te corrija. He hecho cursos presenciales en otras escuelas y tienen mucho valor, porque ayudan a apreciar todo lo que hay detrás de la producción de panes”.
Andrea nos dio recomendaciones para seguir mejorando los cursos y cerró la conversación con un detalle que ha ido cobrando cada vez más valor en nuestra escuela, a raíz de la diáspora masiva de venezolanos: “Estoy muy contenta de haberme inscrito en estos cursos. Era el aire fresco que necesitaba para reconectarme con la panadería. Además, con compañeros venezolanos, profesores venezolanos y con la amabilidad de todo el equipo”.
Si quieres aprender a hacer panes desde tu casa o desde el lugar del mundo que prefieras, contáctanos por aquí y pregunta por las fechas disponibles, para que, al igual que Andrea, puedas conectarte con la panadería entre venezolanos.
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